martes, 31 de marzo de 2015

Lección 90 UCDM

Lección 90- Sesiones de Repaso 79 a 80

79. PERMÍTASEME RECONOCER EL PROBLEMA PARA QUE PUEDA SER RESUELTO.

Hoy quiero darme cuenta de que el problema es siempre alguna forma de resentimiento que quiero abrigar. Quiero comprender también que la solución es siempre un milagro al que le permito ocupar el lugar del resentimiento. Hoy quiero recordar la simplicidad de la salvación, reforzando la lección de que sólo hay un problema y sólo una solución. El problema es un resentimiento; la solución, un milagro. E invito a la solución cuando perdono la causa del resentimiento y le doy la bienvenida al milagro que entonces ocupa su lugar. Para las aplicaciones concretas de esta idea puedes usar las siguientes variaciones:

Esto supone un problema para mí que quiero que se resuelva. El milagro que se encuentra tras este resentimiento lo resolverá por mí. La solución de este problema es el milagro que el problema oculta.


80. PERMÍTASEME RECONOCER QUE MIS PROBLEMAS SE HAN RESUELTO.

La única razón de que parezca tener problemas es que estoy usando el tiempo indebidamente. Creo que el problema ocurre primero, y que debe transcurrir cierto tiempo antes de que pueda resolverse. No veo el problema y la solución como acontecimientos simultáneos. Ello se debe a que aún no me he dado cuenta de que Dios ubicó la solución junto al problema, de manera que el tiempo no los pudiera separar. El Espíritu Santo me enseñará esto si se lo permito. Y comprenderé que es imposible que yo pudiera tener un problema que no se hubiese resuelto ya. Las siguientes variaciones de la idea de hoy resultarán útiles para las aplicaciones concretas:

No tengo que esperar a que esto se resuelva. La solución a este problema ya se me ha dado, si estoy dispuesto a aceptarla. El tiempo no puede separar este problema de su solución.

lunes, 30 de marzo de 2015

Lección 89 UCDM


Lección 89 - Sesiones de Repaso 77 a 78

77. TENGO DERECHO A LOS MILAGROS.
Tengo derecho a los milagros porque no me gobiernan otras leyes que las de Dios. Sus leyes me liberan de todos mis resentimientos y los reemplazan con milagros. Voy a aceptar los milagros en lugar de los resentimientos, los cuales no son sino ilusiones que ocultan los milagros que se encuentran tras ellos. Voy a aceptar ahora solamente aquello a lo que las leyes de Dios me dan derecho, de manera que pueda usarlo en beneficio de la función que Él me ha dado. Puedes usar las siguientes sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea:

Detrás de esto hay un milagro al que tengo derecho. No voy a abrigar ningún resentimiento contra ti, [nombre], sino que te voy a ofrecer el milagro al que tienes derecho. Visto correctamente, esto me ofrece un milagro.

78. ¡QUE LOS MILAGROS REEMPLACEN TODOS MIS RESENTIMIENTOS!
Mediante esta idea uno mi voluntad a la del Espíritu Santo y percibo las dos cual una sola. Mediante esta idea acepto mi liberación del infierno. Mediante esta idea expreso que estoy dispuesto a que todas mis ilusiones sean reemplazadas por la verdad de acuerdo con el plan de Dios para mi salvación. No haré excepciones ni sustituciones: Lo que quiero es todo el Cielo y sólo el Cielo, tal como la Voluntad de Dios ha dispuesto que lo tenga. Las variaciones que pueden resultar útiles a la hora de aplicar concretamente la idea son:

No quiero excluir este resentimiento de mi salvación. (Nombre], dejemos que los milagros reemplacen todos nuestros resentimientos. Detrás de esto se encuentra el milagro que reemplaza todos mis resentimientos.

domingo, 29 de marzo de 2015

Lección 88 UCDM


Lección 88- Sesiones de Repaso 75 a 76

75. LA LUZ HA LLEGADO.
Al elegir la salvación en lugar del ataque, estoy simplemente eligiendo reconocer lo que ya está ahí. La salvación es una decisión que ya se tomó. El ataque y los resentimientos no existen como opciones. Por eso es por lo que siempre elijo entre la verdad y la ilusión; entre lo que está ahí y lo que no está ahí. La luz ha llegado. Solamente puedo elegir la luz porque no hay otra alternativa. La luz ha reemplazado a la oscuridad, y la oscuridad ha desaparecido. Las siguientes variaciones pueden ser útiles para las aplicaciones concretas de esta idea:

Esto no puede mostrarme la oscuridad, pues la luz ha llegado. Tu luz, [nombre] es lo único que quiero ver. No quiero ver en esto más que lo que hay ahí.

76. NO ME GOBIERNAN OTRAS LEYES QUE LAS DE DIOS.
He aquí la perfecta declaración de mi libertad. No me gobiernan otras leyes que las de Dios. La tentación de inventar otras leyes y de permitir que me subyuguen me acecha constantemente. Sufro únicamente porque creo en ellas. Pero en realidad no me afectan en absoluto. Estoy perfectamente a salvo de los efectos de cualquier ley, excepto las de Dios. Y las Suyas son las leyes de la libertad. Para las aplicaciones concretas de esta idea, las siguientes variaciones pueden resultar útiles:

Mi percepción de esto me muestra que creo en leyes que no existen. Veo únicamente las leyes de Dios operando en esto. Permítaseme dejar que sean las leyes de Dios las que operen en esto, y no las mías.

sábado, 28 de marzo de 2015

Lección 87 UCDM


Lección 87- Sesiones de Repaso 73 a 74

73. MI VOLUNTAD ES QUE HAYA LUZ.
Hoy haré uso del poder de mi voluntad. No es mi voluntad andar a tientas en la oscuridad, temeroso de las sombras y amedrentado por cosas invisibles e irreales. La luz será mi guía hoy. La seguiré a donde me lleve, y contemplaré únicamente lo que me muestre. Éste será el día en que experimentaré la paz de la verdadera percepción. Las siguientes variaciones de esta idea pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:

Esto no puede ocultar la luz que es mi voluntad ver. (Nombre], estás en la luz junto conmigo. En la luz esto se verá de otra manera.

74. NO HAY MÁS VOLUNTAD QUE LA DE DIOS.
Estoy a salvo hoy porque no hay más voluntad que la de Dios. Siento miedo sólo cuando creo que hay otra voluntad. Trato de atacar únicamente cuando tengo miedo, y sólo cuando trato de atacar puedo creer que mi eterna seguridad se ve amenazada. Hoy reconoceré que nada de esto ha ocurrido. Estoy a salvo porque no hay más voluntad que la de Dios. Las siguientes son algunas variaciones de la idea que pueden ser útiles para las aplicaciones concretas:

Permítaseme percibir esto en conformidad con la Voluntad de Dios. La Voluntad de Dios, así como la mía, es que tú, [nombre], seas Su Hijo. Esto es parte de lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para mí, independientemente de cómo yo lo vea.

viernes, 27 de marzo de 2015

Lección 86 UCDM


Lección 86- Sesiones de Repaso 71 a 72

71. SÓLO EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN TENDRÁ ÉXITO.
Es inútil que ande buscando febrilmente la salvación por todas partes. La he visto en muchas personas y en muchas cosas, pero cada vez que traté de alcanzarla no estaba allí. Estaba equivocado con respecto a dónde se encuentra. Estaba equivocado con respecto a lo que es. Ya no emprenderé más búsquedas inútiles. Sólo el plan de Dios para la salvación tendrá éxito. Y me regocijaré porque Su plan jamás puede fallar. Estas son algunas de las variaciones que se sugieren para las aplicaciones más concretas de la idea:

El plan de Dios para la salvación me librará de mi percepción de esto. Esto no es una excepción al plan de Dios para la salvación. Quiero percibir esto únicamente a la luz del plan de Dios para la salvación.

72. ABRIGAR RESENTIMIENTOS ES UN ATAQUE CONTRA EL PLAN DE DIOS PARA LA SALVACIÓN.
Abrigar resentimientos es un intento de probar que el plan de Dios para la salvación fracasará. Sin embargo, sólo Su plan puede tener éxito. Al abrigar resentimientos, por lo tanto, estoy excluyendo de mi conciencia mi única esperanza de salvación. Mas no quiero seguir yendo en contra de mis propios intereses de esta manera tan descabellada. Quiero aceptar el plan de Dios para la salvación y ser feliz. Las aplicaciones concretas de esta idea pueden hacerse utilizando las siguientes variaciones:

Según contemplo esto estoy eligiendo entre la percepción falsa y la salvación. Si veo motivos en esto para abrigar resentimientos, no veré motivos que justifiquen mi salvación. Esto es un llamamiento a la salvación, no al ataque.

jueves, 26 de marzo de 2015

Lección 85 UCDM


Lección 85 - Sesiones de Repaso 69 a 70

69. Mis resentimientos ocultan la luz del mundo en mí.
Mis resentimientos me muestran lo que no está ahí y me ocultan lo que quiero ver. Habiendo reconocido esto, ¿para qué los quiero? Mis resentimientos me mantienen en la oscuridad y ocultan la luz. Los resentimientos y la luz no pueden coexistir, pero la luz y la visión tienen que unirse para que yo pueda ver. Y para poder ver tengo que desprenderme de mis resentimientos. Quiero ver, y ése será el medio por el que lo lograré. Las aplicaciones concretas de esta idea podrían hacerse de la siguiente manera:


No permitas que haga de esto un obstáculo a la visión. La luz del mundo desvanecerá todo esto con su resplandor. No tengo necesidad de esto. Lo que quiero es ver.

70. Mi salvación procede de mí.

Hoy reconoceré dónde está mi salvación. Está en mí porque ahí es donde está su Fuente. No ha abandonado su Fuente, por lo tanto, no pudo haber abandonado mi mente. Dejaré de buscarla fuera de mí mismo. No es algo que se encuentre afuera y luego tenga que traerse adentro. Se extenderá desde dentro de mí, y todo aquello que vea no hará sino reflejar la luz que brilla en mí y en sí mismo. Las siguientes variaciones de la idea son apropiadas para las aplicaciones más concretas:

No dejaré que esto me tiente a buscar mi salvación fuera de mí mismo. No permitiré que esto interfiera en la conciencia que tengo de la Fuente de mi salvación. Esto no puede privarme de la salvación.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Lección 84 UCDM


Lección 84 - Sesiones de Repaso 67 a 68

67. El Amor me creó a semejanza de Sí mismo.
He sido creado a semejanza de mi Creador. No puedo sufrir, no puedo experimentar pérdidas y no puedo morir. No soy un cuerpo. Hoy quiero reconocer mi realidad. No adoraré ídolos ni exaltaré el concepto que he forjado de mí mismo para reemplazar a mi Ser. He sido creado a semejanza de mi Creador. El Amor me creó a semejanza de Sí Mismo. Las siguientes variaciones te pueden resultar útiles para las aplicaciones concretas de la idea:

No me dejes ver en esto una ilusión de mí mismo.
Mientras contemplo esto, quiero recordar a mi Creador.
Mi Creador no creó esto como yo lo estoy viendo
.

68. El Amor no abriga resentimientos.
Los resentimientos son algo completamente ajeno al amor. Los resentimientos atacan al amor y oscurecen su luz. Si abrigo resentimientos estoy atacando al amor y, por ende, atacando mi Ser. De este modo, mi Ser se vuelve un extraño para mí. Estoy decidido a no atacar a mi Ser hoy, de manera que pueda recordar Quién soy. Estas variaciones de la idea te resultarán útiles para las aplicaciones concretas:

Esto no justifica el que niegue mi Ser.
No me valdré de esto para atacar al amor.
No dejaré que esto me tiente a atacarme a mí mismo.

martes, 24 de marzo de 2015

Lección 83 UCDM


Lección 83 - Sesiones de Repaso 65 a 66

65. Mi única función es la que Dios me dio.

No tengo otra función salvo la que Dios me dio. Este reconocimiento me libera de todo conflicto porque significa que no puedo tener metas conflictivas. Al tener un solo propósito, siempre estoy seguro de lo que debo hacer, de lo que debo decir y de lo que debo pensar. Toda duda no puede sino desaparecer cuando reconozco que mi única función es la que Dios me dio. Las aplicaciones más concretas de esta idea podrían hacerse con las siguientes variaciones:

Mi percepción de esto no altera mi función. Esto no me confiere una función distinta de la que Dios me dio. No me valdré de esto para justificar una función que Dios no me dio.


66. Mi función y mi felicidad son una.

Todas las cosas que proceden de Dios son una Proceden de la Unicidad* y tienen que ser recibidas cual una sola. Desempeñar mi función es mi felicidad porque ambas cosas proceden de la misma Fuente. Y debo aprender a reconocer lo que me hace feliz, si es que he de encontrar la felicidad. Algunas variaciones útiles para aplicar concretamente esta idea podrían ser:

Esto no puede separar mi felicidad de mi función. La unidad que existe entre mi felicidad y mi función no se ve afectada en modo alguno por esto. Nada, incluido esto, puede justificar la ilusión de que puedo ser feliz si dejo de cumplir mi función.

lunes, 23 de marzo de 2015

Lección 82 UCDM


Lección 82 - Sesiones de Repaso 63 a 64

63. La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón.
Mi perdón es el medio por el que la luz del mundo se expresa a través de mí. Mi perdón es el medio por el que cobro conciencia de la luz del mundo en mí. Mi perdón es el medio por el que el mundo sana, junto conmigo. Permítaseme, entonces, perdonar al mundo para que éste pueda sanar junto conmigo. Algunas sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea son:

Que la paz se extienda desde mi mente hasta la tuya, [nombre]. Comparto la luz del mundo contigo, [nombre]. Mediante mi perdón puedo ver esto tal como es.

64. No dejes que me olvide de mi función.
No me olvidaré de mi función porque quiero recordar mi Ser. No puedo desempeñar mi función si la olvido. Y a menos que desempeñe mi función, no experimentaré la dicha que Dios dispone que yo tenga. Algunas variaciones específicas de esta idea son:

No me valdré de esto para ocultarme a mí mismo mi función. Me valdré de esto como una oportunidad para desempeñar mi función. Esto podrá ser una amenaza para mi ego, pero no puede alterar mi función en modo alguno.

domingo, 22 de marzo de 2015

Lección 81 UCDM


Lección 81 - Sesiones de Repaso 61 a 62


61. Yo soy la luz del mundo.
¡Cuán santo soy yo, a quien se le ha encomendado la función de iluminar el mundo! Concédaseme poder permanecer en quietud ante mi santidad. Que en su serena luz desaparezcan todos mis conflictos. Y que en su paz pueda recordar Quién soy. Algunas variaciones específicas para aplicar esta idea cuando parezcan surgir dificultades podrían ser:
No he de nublar la luz del mundo en mí. Que la luz del mundo resplandezca a través de esta apariencia. Esta sombra desaparecerá ante la luz.

62. Perdonar es mi función por ser la luz del mundo.
Sólo aceptando mi función podré ver la luz en mí. Y en esa luz mi función se perfilará claramente y sin ambigüedad alguna ante mis ojos. Esta aceptación no depende de que yo reconozca lo que mi función es, pues aún no comprendo lo que es el perdón. Sin embargo, confío en que en la luz lo veré tal como es. Algunas variaciones para las aplicaciones más concretas de esta idea podrían ser:
Que esto me ayude a aprender el significado del perdón. No dejes que separe mi función de mi voluntad. No me valdré de esto para apoyar un propósito ajeno a mí.

sábado, 21 de marzo de 2015

Lección 80 UCDM


Lección 80

Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.
Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz. La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se te ha liberado de todo conflicto. Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación.

¡Tu único problema ya se ha resuelto! Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convicción. Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios. Has dejado a un lado las decepciones y has visto la luz de la verdad. Has aceptado la salvación para ti mismo al llevar el problema a la solución. Y puedes reconocer la solución porque has identificado el problema.

Hoy tienes derecho a la paz. Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar. Asegúrate únicamente de no olvidarte que todos los problemas son uno solo. Sus múltiples formas no te podrán engañar, mientras te acuerdes de esto. Un solo problema, una sola solución. Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindicaremos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado. El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar. Al haber reconocido el problema has reconocido la solución. La solución es inherente al problema. Se te ha contestado, y tú has aceptado la respuesta. Te has salvado.

Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda. Cierra los ojos y recibe tu recompensa. Reconoce que tus problemas se han resuelto. Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz. Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. En esto reside la simplicidad de la salvación. Por eso es por lo que su eficacia está garantizada.

Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. Y asegúrate en particular, de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir. Di de inmediato:

Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto.

Propongámonos no acumular resentimientos hoy. Propongámonos estar libres de problemas que no existen: Para lograr esto sólo se requiere honestidad. No te engañes con respecto a cuál es el problema, y no podrás sino reconocer que se ha resuelto.

viernes, 20 de marzo de 2015

Lección 79 UCDM

Lección 79

Permítaseme reconocer el problema para que pueda ser resuelto.
No puedes resolver un problema a menos que sepas de qué se trata. Incluso si ya está resuelto, lo seguirás teniendo porque no reconocerás que ya se ha resuelto. Ésta es la situación del mundo. El problema de la separación, que es en realidad el único problema que hay, ya se ha resuelto. No obstante, la solución no se ha reconocido porque no se ha reconocido el problema.

En este mundo cada cual parece tener sus propios problemas. Mas todos ellos son el mismo problema, y se tiene que reconocer que son el mismo si es que se ha de aceptar la única solución que los resuelve a todos. Ahora bien, ¿quién puede darse cuenta de que un problema se ha resuelto si piensa que el problema es otra cosa? Aun si se le proporcionara la respuesta, no podría ver su relevancia.

Ésta es la situación en la que te encuentras ahora. Dispones de la respuesta, pero todavía no estás seguro de cuál es el problema. Pareces enfrentarte a una larga serie de problemas, los cuales son todos diferentes entre sí, y cuando uno se resuelve, surge otro y luego otro. No parecen tener fin. En ningún momento te sientes completamente libre de problemas y en paz.

La tentación de considerar que los problemas son múltiples es la tentación de dejar el problema de la separación sin resolver. El mundo parece presentarte una multitud de problemas, y cada uno parece requerir una solución distinta. Esta percepción te coloca en una posición en la que tu manera de resolver problemas no puede sino ser inadecuada, haciendo así que el fracaso sea inevitable.

Nadie podría resolver todos los problemas que el mundo parece tener. Éstos parecen manifestarse en tantos niveles, en formas tan variadas y con contenidos tan diversos, que crees enfrentarte a una situación imposible. Tal como los percibes, el desaliento y la depresión son inevitables. Algunos surgen inesperadamente, justo cuando creías haber resuelto los anteriores. Otros permanecen sin resolver bajo una nube de negación, y emergen de vez en cuando para atormentarte, mas sólo para volver a quedar ocultos pero aún sin resolver.

Toda esta complejidad no es más que un intento desesperado de no reconocer el problema y, por lo tanto, de no permitir que se resuelva. Si pudieses reconocer que, sea cual fuere la forma en que se manifieste, el único problema que tienes es el de la separación, aceptarías la respuesta, puesto que verías su relevancia. Si advirtieras el común denominador que subyace a todos los problemas a los que pareces enfrentarte, comprenderías que dispones de los medios para resolverlos todos. Y emplearías los medios porque habrías reconocido el problema.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy preguntaremos cuál es el problema y cuál es su solución. No asumiremos que ya lo sabernos., Trataremos de liberar a nuestras mentes de las innumerables clases de problemas que creemos tener. Trataremos de darnos cuenta de que sólo tenemos un problema, el cual no hemos reconocido. Preguntaremos cuál es ese problema y esperaremos la respuesta. Ésta se nos dará. Luego preguntaremos cuál es su solución. Y ésta se nos dará también.

Los ejercicios de hoy serán fructíferos en la medida en que no insistas en querer definir el problema. Quizá no logres abandonar todas tus ideas preconcebidas, pero eso no es necesario. Lo único que es necesario es poner mínimamente en duda la realidad de tu versión de lo que son tus problemas. Estás tratando de darte cuenta de que al reconocer el problema se te da la respuesta, de manera que problema y respuesta puedan reconciliarse y tú puedas quedar en paz.

Las sesiones de práctica cortas de hoy no estarán regidas por el reloj, sino por la necesidad. Hoy verás muchos problemas, y cada uno de ellos parecerá requerir una solución distinta. Nuestros esfuerzos estarán encaminados al reconocimiento de que no hay más que un solo problema y una sola solución. Con este reconocimiento se resuelven todos los problemas. Con este reconocimiento arriba la paz.

No te dejes engañar hoy por la forma en que se manifiestan los problemas. Cada vez que parezca surgir alguna dificultad, di de inmediato:

Permítaseme reconocer este problema para que pueda ser resuelto. 

Trata entonces de suspender todo juicio con respecto a lo que el problema es. A ser posible, cierra los ojos por un momento y pregunta cuál es el problema. Serás escuchado y se te responderá.

jueves, 19 de marzo de 2015

Lección 78 UCDM

Lección 78

Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos.
Tal vez aún no esté completamente claro para ti el hecho de que en cada decisión que tomas estás eligiendo entre un resentimiento y un milagro. Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que pretende ocultar. Y al alzarlo ante tus ojos no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. Éste, no obstante, sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él contemplas tus resentimientos.

Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para contemplar el milagro en lugar de ellos. Invertiremos la manera como ves al no dejar que tu vista se detenga antes de que veas. No esperaremos frente al escudo de odio, sino que lo dejaremos caer, y, suavemente, alzaremos los ojos en silencio para contemplar al Hijo de Dios.

Él te espera tras todos tus resentimientos, y a medida que dejas éstos de lado, él aparecerá radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. Pues cada resentimiento constituye un obstáculo a la visión, mas según se elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde él siempre ha estado. Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. Cada resentimiento hacía que las tinieblas fuesen aún más tenebrosas, lo cual te impedía ver.

Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. No nos haremos los ciegos para no verlo; no vamos a contemplar nuestros resentimientos. Así es como se invierte la manera de ver del mundo, al nosotros dirigir nuestra mirada hacia la verdad y apartarla del miedo. Seleccionaremos a alguien que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, lo contemplaremos. Quizá es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar, pero que te hizo enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en ocasiones te resulta pesado o difícil de complacer; alguien exigente, irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de acuerdo con el papel que tú le has asignado.

Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. En él es en quien pedimos que se te muestre el Hijo de Dios. Al contemplarlo sin los resentimientos que has abrigado en su contra, descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías, se encuentra en todo el mundo y se puede ver. El que era un enemigo es más que un amigo cuando está en libertad de asumir el santo papel que el Espíritu Santo le ha asignado. Deja que él sea hoy tu salvador. Tal es su función en el plan de Dios, tu Padre.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy lo veremos asumiendo ese papel. Pero primero intenta mantener su imagen en tu mente tal como lo ves ahora. Pasa revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes y pequeños que te ha ocasionado. Contempla las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y piensa en sus errores e incluso en sus “pecados”.

Pidámosle entonces a Aquél que conoce la realidad y la verdad de este Hijo de Dios, que se nos conceda poder contemplarlo de otra manera y ver a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdón que se nos ha concedido. En el santo Nombre de Dios y en el de Su Hijo, que es tan santo como Él, le pedimos:

Quiero contemplar a mi salvador en éste a quien Tú has designado como aquel al que debo pedir que me guíe hasta la santa luz en la que él se encuentra, de modo que pueda unirme a él. 

Los ojos del cuerpo están cerrados, y mientras piensas en aquel que te agravió, deja que a tu mente se le muestre la luz que brilla en él más allá de tus resentimientos.

Lo que has pedido no se te puede negar. Tu salvador ha estado esperando esto hace mucho tiempo. Él quiere ser libre y hacer que su libertad sea también la tuya. El Espíritu Santo se extiende desde él hasta ti, y no ve separación alguna en el Hijo de Dios. Y lo que ves a través de Él os liberará a ambos. Mantente muy quedo ahora, y contempla a tu radiante salvador. Ningún sombrío resentimiento nubla la visión que tienes de él. Le has permitido al Espíritu Santo expresar a través de ese hermano el papel que Dios le asignó a Él para que tú te pudieses salvar.

Dios te da las gracias por estos momentos de sosiego en que dejas a un lado tus imágenes para ver en su lugar el milagro de amor que el Espíritu Santo te muestra. Tanto el mundo como el Cielo te dan las gracias, pues ni uno solo de los Pensamientos de Dios puede sino regocijarse por tu salvación y por la del mundo entero junto contigo.

Recordaremos esto a lo largo del día, y asumiremos el papel que se nos ha asignado como parte del plan de Dios para la salvación, y no del nuestro. La tentación desaparece cuando permitimos que todo aquel que se cruza en nuestro camino sea nuestro salvador, rehusándonos a ocultar su luz tras la pantalla de nuestros resentimientos. Permite que todo aquel con quien te encuentres, o en quien pienses o recuerdes del pasado, asuma el papel de salvador, de manera que lo puedas compartir con él. Por ti y por él, así como por todos los que no ven, rogamos:

iQue los milagros reemplacen todos mis resentimientos!

miércoles, 18 de marzo de 2015

Lección 77 UCDM

Lección 77

Tengo derecho a los milagros.
Tienes derecho a los milagros debido a lo que eres. Recibirás milagros debido a lo que Dios es. Y ofrecerás milagros debido a que eres uno con Dios. Una vez más, ¡cuán simple es la salvación! Es sencillamente una afirmación de tu verdadera Identidad. Esto es lo que celebraremos hoy.

Tu derecho a los milagros no se basa en las ilusiones que tienes acerca de ti mismo. No depende de ningún poder mágico que te hayas adscrito ni de ninguno de los rituales que has ingeniado. Es inherente a la verdad de lo que eres. Está implícito en lo que Dios, tu Padre, es. Tu derecho a los milagros quedó establecido en tu creación y está garantizado por las leyes de Dios.

Hoy reivindicaremos los milagros a los que tienes derecho, pues te pertenecen. Se te ha prometido total liberación del mundo que construiste. Se te ha asegurado que el Reino de Dios se encuentra dentro de ti y que jamás lo puedes perder. No pedimos sino lo que en verdad nos pertenece. Hoy, sin embargo, nos aseguraremos también de no conformarnos con menos.

Comienza las sesiones de práctica más largas de hoy diciéndote a ti mismo con absoluta certeza que tienes derecho a los milagros. Cierra los ojos y recuerda que estás pidiendo únicamente lo que por derecho propio te pertenece. Recuérdate también a ti mismo que los milagros jamás se le quitan a uno para dárselos a otro, y que al reivindicar tus derechos estás haciendo valer los derechos de todo el mundo. Los milagros no obedecen las leyes de este mundo. Proceden simplemente de las leyes de Dios.

Después de esta breve fase introductoria, espera en silencio la ratificación de que se te ha concedido tu petición. Has pedido la salvación del mundo así como la tuya. Has pedido que se te concedan los medios a través de los cuales se puede lograr esto. Es imposible que no se te den garantías al respecto. No estás sino pidiendo que se haga la Voluntad de Dios.

Al hacer esto, no estás realmente pidiendo nada. Estás afirmando un hecho innegable. El Espíritu Santo no puede sino asegurarte que se te ha concedido tu petición. El hecho de que la aceptases lo confirma. Hoy no hay cabida para la duda ni la incertidumbre. Estamos haciendo por fin una petición real. La respuesta es una simple exposición de un simple hecho. Recibirás la ratificación que buscas.

Nuestras sesiones de práctica más cortas serán frecuentes, y estarán dedicadas a recordar un simple hecho. Repite hoy frecuentemente:

Tengo derecho a los milagros. 

Pídelos cada vez que se presente una situación que los requiera. Reconocerás tales situaciones. Y como no estás dependiendo de ti mismo para encontrar el milagro, tienes pleno derecho a recibirlo siempre que lo pidas.

Recuerda también que no te debes conformar con nada que no sea la respuesta perfecta. Si te asaltan tentaciones, di de inmediato:

No intercambiaré milagros por resentimientos. Quiero únicamente lo que me pertenece. Dios ha establecido mi derecho a los milagros.

martes, 17 de marzo de 2015

Lección 85 UCDM


Lección 85 - Sesiones de Repaso 69 a 70

69. Mis resentimientos ocultan la luz del mundo en mí.
Mis resentimientos me muestran lo que no está ahí y me ocultan lo que quiero ver. Habiendo reconocido esto, ¿para qué los quiero? Mis resentimientos me mantienen en la oscuridad y ocultan la luz. Los resentimientos y la luz no pueden coexistir, pero la luz y la visión tienen que unirse para que yo pueda ver. Y para poder ver tengo que desprenderme de mis resentimientos. Quiero ver, y ése será el medio por el que lo lograré. Las aplicaciones concretas de esta idea podrían hacerse de la siguiente manera:


No permitas que haga de esto un obstáculo a la visión. La luz del mundo desvanecerá todo esto con su resplandor. No tengo necesidad de esto. Lo que quiero es ver.

70. Mi salvación procede de mí.

Hoy reconoceré dónde está mi salvación. Está en mí porque ahí es donde está su Fuente. No ha abandonado su Fuente, por lo tanto, no pudo haber abandonado mi mente. Dejaré de buscarla fuera de mí mismo. No es algo que se encuentre afuera y luego tenga que traerse adentro. Se extenderá desde dentro de mí, y todo aquello que vea no hará sino reflejar la luz que brilla en mí y en sí mismo. Las siguientes variaciones de la idea son apropiadas para las aplicaciones más concretas:

No dejaré que esto me tiente a buscar mi salvación fuera de mí mismo. No permitiré que esto interfiera en la conciencia que tengo de la Fuente de mi salvación. Esto no puede privarme de la salvación.

Lección 76 UCDM

Lección 76

No me gobiernan otras leyes que las de Dios.
Hemos visto antes cuántas cosas absurdas te han parecido ser la salvación. Cada una de ellas te ha aprisionado con leyes tan absurdas como ellas mismas. Sin embargo, no estás aprisionado por ninguna de esas cosas. Mas para comprender que esto es cierto, primero te tienes que dar cuenta de que la salvación no se encuentra en ninguna de ellas. Mientras la busques en cosas que no tienen sentido te atarás a ti mismo a leyes que tampoco tienen sentido. Y de esta manera, tratarás de probar que la salvación está donde no está.

Hoy nos alegraremos de que no puedas probarlo. Pues si pudieses, buscarías la salvación eternamente donde no está, y jamás la hallarías. La idea de hoy te repite una vez más cuán simple es la salvación. Búscala allí donde te espera y allí la hallarás. No la busques en ninguna otra parte, pues no está en ninguna otra parte.

Piensa en la liberación que te brinda el reconocimiento de que no estás atado a las extrañas y enrevesadas leyes que has promulgado para que te salven. Crees realmente que te morirías de hambre a menos que tengas fajos de tiras de papel moneda y montones de discos de metal. Crees realmente que una pequeña píldora que te tomes o que cierto fluido inyectado en tus venas con una fina aguja te resguardará de las enfermedades y de la muerte. Crees realmente que estás solo a no ser que otro cuerpo esté contigo.

La demencia es la que piensa estas cosas. Tú las llamas leyes y las anotas bajo diferentes nombres en un extenso catálogo de rituales que no sirven para nada ni tienen ningún propósito. Crees que debes obedecer las “leyes” de la medicina, de la economía y de la salud. Protege el cuerpo y te salvarás.

Eso no son leyes, sino locura. EI cuerpo se ve amenazado por la mente que se hace daño a sí misma. El cuerpo sufre sólo para que la mente no pueda darse cuenta de que es la víctima de sí misma. El sufrimiento corporal es una máscara de la que la mente se vale para ocultar lo que realmente sufre. No quiere entender que es su propia enemiga; que se ataca a sí misma y que quiere morir. De esto es de lo que tus “leyes” quieren salvar al cuerpo. Para esto es para lo que crees ser un cuerpo.

No hay más leyes que las de Dios. Esto necesita repetirse una y otra vez hasta que te des cuenta de que es aplicable a todo lo que has hecho en oposición a la Voluntad de Dios. Tu magia no tiene sentido. Lo que pretende salvar no existe. Únicamente lo que pretende ocultar te salvará.

Las leyes de Dios jamás pueden ser reemplazadas. Dedicaremos el día de hoy a regocijarnos de que así sea. No es ésta una verdad que queramos seguir ocultando. En lugar de ello nos daremos cuenta de que es una verdad que nos mantiene libres para siempre. La magia aprisiona, pero las leyes de Dios liberan. La luz ha llegado porque no hay más leyes que las de Él.

Comenzaremos hoy las sesiones de práctica más largas con un breve repaso de las diferentes clases de “leyes” que hemos creído necesario acatar. Éstas incluyen, por ejemplo, las “leyes” de la nutrición, de la inmunización, de los medicamentos y de la protección del cuerpo en las innumerables maneras en que ésta se lleva a cabo. Crees también en las “leyes” de la amistad, de las “buenas” relaciones y de la reciprocidad. Puede que hasta incluso creas que hay leyes que regulan lo que es de Dios y lo que es tuyo. Muchas “religiones” se han basado en eso. Dichas religiones no salvan, sino que condenan en nombre del Cielo. En cualquier caso, sus leyes no son más extrañas que otras “leyes” que tú crees que debes obedecer para estar a salvo.

No hay más leyes que las de Dios. Deshecha hoy todas tus insensatas creencias mágicas y mantén la mente en un estado de silenciosa preparación para escuchar la Voz que te dice la verdad. Estarás escuchando a Uno que te dice que de acuerdo con las leyes de Dios las pérdidas no existen. No se hacen ni se reciben pagos; no se pueden hacer intercambios; no hay sustitutos y ninguna cosa es reemplazada por otra. Las leyes de Dios dan eternamente sin jamás quitar nada.

Escucha a Aquél que te dice esto y date cuenta de cuán insensatas son las “leyes” que tú pensabas regían el mundo que creías ver. Sigue prestando atención. Él te dirá más. Te hablará del Amor que tu Padre te profesa, de la infinita dicha que te ofrece, de la ardiente añoranza que siente por Su único Hijo, creado como Su canal de creación, pero que éste le niega debido a su creencia en el infierno.

Abramos hoy los canales de Dios y permitamos que Su Voluntad se extienda a través de nosotros hasta Él. De esa manera es como la creación se expande infinitamente. Su Voz nos hablará de esto, así como de los gozos del Cielo, que Sus leyes mantienen por siempre ilimitados. Repetiremos la idea de hoy hasta que hayamos escuchado y comprendido que no hay más leyes que las de Dios. Después nos diremos a nosotros mismos, a modo de dedicatoria con la cual concluye la sesión de práctica:

No me gobiernan otras leyes que las de Dios.

Repetiremos hoy esta dedicatoria tan a menudo como sea posible; por lo menos cuatro o cinco veces por hora, así como en respuesta a cualquier tentación de sentirnos sujetos a otras leyes a lo largo del día. Es nuestra declaración de que estamos a salvo de todo peligro y de toda tiranía. Es nuestro reconocimiento de que Dios es nuestro Padre y de que Su Hijo se ha salvado.

lunes, 16 de marzo de 2015

Lección 75 UCDM

Lección 75

La luz ha llegado.

La luz ha llegado. Te has curado y puedes curar. La luz ha llegado. Te has salvado y puedes salvar. Estás en paz y llevas la paz contigo dondequiera que vas. Las tinieblas, el conflicto y la muerte han desaparecido. La luz ha llegado.

Hoy celebramos el feliz desenlace de tu largo sueño de desastres. Ya no habrá más sueños tenebrosos. La luz ha llegado. Hoy comienza la era de la luz para ti y para todos los demás. Es una nueva era, de la que ha nacido un mundo nuevo. Y cuando el viejo pasó de largo, no dejó rastro alguno sobre el nuevo. Hoy vemos un mundo diferente porque la luz ha llegado.

Nuestros ejercicios de hoy serán ejercicios felices, pues en ellos daremos gracias por la desaparición de lo viejo y el comienzo de lo nuevo. Ya no quedan sombras del pasado que puedan nublar nuestra vista y ocultar el mundo que el perdón nos ofrece. Hoy aceptaremos el nuevo mundo como lo que deseamos ver. Lo que anhelamos se nos concederá. Nuestra voluntad es ver la luz; la luz ha llegado.

Dedicaremos nuestras sesiones de práctica más largas a ver el mundo que el perdón nos muestra. Eso, y sólo eso, es lo que queremos ver. Nuestro único propósito hace que la consecución de nuestro objetivo sea inevitable. Hoy el mundo real se alza jubiloso ante nosotros para que por fin lo podamos ver. Se nos concede la visión ahora que la luz ha llegado.

No queremos ver hoy sobre el mundo la sombra del ego. Vemos la luz y en ella vemos el reflejo del Cielo extenderse por todo el mundo. Comienza las sesiones de práctica más largas dándote a ti mismo las buenas nuevas de tu liberación:

La luz ha llegado. He perdonado al mundo. 

No te entretengas hoy en el pasado. Mantén tu mente completamente receptiva, libre de todas las ideas del pasado y de todo concepto que hayas inventado. Hoy has perdonado al mundo. Puedes contemplarlo ahora como si nunca antes lo hubieses visto. Todavía no sabes qué aspecto tiene. Simplemente estás esperando a que se te muestre. Mientras esperas, repite varias veces lentamente y con absoluta paciencia:

La luz ha llegado. He perdonado al mundo. 

Date cuenta de que tu perdón te hace acreedor a la visión. Entiende que el Espíritu Santo jamás deja de darles el don de la visión a los que perdonan. Confía en que Él no dejará de dártelo a ti ahora. Has perdonado al mundo. El Espíritu Santo estará contigo mientras observas y esperas. Él te mostrará lo que la verdadera visión ve. Ésa es Su Voluntad y tú te has unido a Él. Espéralo pacientemente. Él estará allí. La luz ha llegado. Has perdonado al mundo.

Dile que sabes que no puedes fracasar en tu empeño porque confías en Él. Y dite a ti mismo que esperas lleno de certeza poder contemplar el mundo que Él te ha prometido. De ahora en adelante verás de otra manera. La luz ha llegado hoy. Y verás el mundo que se te ha prometido desde los orígenes del tiempo, en el cual el fin del tiempo está garantizado.

Las sesiones de práctica más cortas serán asimismo jubilosos recordatorios de tu emancipación. Recuérdate a ti mismo cada cuarto de hora aproximadamente que hoy es un día de una celebración especial. Da gracias por la misericordia y el Amor de Dios. Regocíjate de que el perdón tenga el poder de sanar completamente tu vista. Confía en que este día será un nuevo comienzo. Sin las tinieblas del pasado sobre tus ojos, hoy no podrás sino ver. y tu acogida a lo que veas será tal que felizmente extenderás el día de hoy para siempre.

Di entonces:

La luz ha llegado. He perdonado al mundo. 

Si te asaltase la tentación, dile a quienquiera que parezca estarte llevando nuevamente a las tinieblas:

La luz ha llegado. Te he perdonado. 

Dedicamos este día a la serenidad en la que Dios quiere que estés. Manténla en la conciencia que tienes de ti mismo y contémplala en todas partes hoy, según celebramos el comienzo de tu visión y del panorama que ofrece el mundo real, el cual ha venido a reemplazar al mundo que no habías perdonado y que pensabas era real.

domingo, 15 de marzo de 2015

Lección 74 UCDM

Lección 74

No hay más voluntad que la de Dios.La idea de hoy encierra una gran paz, y lo que los ejercicios de hoy se proponen es encontrarla. La idea en sí es completamente cierta. Por lo tanto, no puede dar lugar a ilusiones. Sin ilusiones, el conflicto es imposible. Tratemos hoy de reconocer esto y de experimentar la paz que este reconocimiento nos brinda.

Comienza las sesiones de práctica más largas repitiendo lentamente los pensamientos que siguen a continuación varias veces, con la firme determinación de comprender su significado y de retenerlos en la mente:

No hay más voluntad que la de Dios. No puedo estar en conflicto.

Dedica entonces varios minutos a añadir pensamientos afines, tales como:

Estoy en paz. Nada puede perturbarme. Mi voluntad es la de Dios. Mi voluntad y la de Dios son una. La Voluntad de Dios es que Su Hijo esté en paz.

Durante esta fase introductoria, asegúrate de hacerle frente en seguida a cualquier pensamiento conflictivo que pueda cruzar tu mente. Di de inmediato:

No hay más voluntad que la de Dios. Estos pensamientos conflictivos no significan nada.

Si algún asunto parece ser muy difícil de resolver, resérvalo para un examen más detenido. Piensa en él brevemente, aunque de manera muy concreta, identificando la persona o personas en cuestión y la situación o situaciones de que se trate, y di para tus adentros:

No hay más voluntad que la de Dios. Yo la comparto con Él. Mis conflictos con respecto a _____ no pueden ser reales.

Después de que hayas despejado tu mente de esta manera, cierra los ojos y trata de experimentar la paz a la que tu realidad te da derecho. Sumérgete en ella y siente como te va envolviendo. Puede que te asalte la tentación de confundir estas prácticas con el ensimismamiento, pero la diferencia entre ambas cosas es fácil de detectar. Si estás llevando a cabo el ejercicio correctamente, sentirás una profunda sensación de dicha y mayor agudeza mental en vez de somnolencia y enervamiento.

La paz se caracteriza por la dicha. Cuando experimentes dicha sabrás que has alcanzado la paz. Si tienes la sensación de estar cayendo en el ensimismamiento, repite la idea de hoy de inmediato y luego vuelve al ejercicio. Haz esto cuantas veces sea necesario. Es ciertamente ventajoso negarse a buscar refugio en el ensimismamiento, aun si no llegas a experimentar la paz que andas buscando.

En las sesiones más cortas, que hoy se deben llevar a cabo a intervalos regulares previamente determinados, di para tus adentros:

No hay más voluntad que la de Dios. Hoy busco Su paz.

Trata entonces de hallar lo que buscas. Dedicar uno o dos minutos cada media hora a hacer este ejercicio -con los ojos cerrados a ser posible- será tiempo bien empleado.

sábado, 14 de marzo de 2015

Lección 80 UCDM

Lección 80

Permítaseme reconocer que mis problemas se han resuelto.
Si estás dispuesto a reconocer tus problemas, reconocerás que no tienes ninguno. Tu problema central se ha resuelto y no tienes ningún otro. Por lo tanto, debes sentirte en paz. La salvación, pues, depende de que reconozcas que ése es el único problema y de que entiendas que ya se ha resuelto. Un solo problema, una sola solución. La salvación se ha consumado. Se te ha liberado de todo conflicto. Acepta este hecho, y estarás listo para ocupar el puesto que te corresponde en el plan de Dios para la salvación.

¡Tu único problema ya se ha resuelto! Repite esto hoy para tus adentros una y otra vez a lo largo del día, con gratitud y convicción. Has reconocido tu único problema, dándole así paso al Espíritu Santo para que te dé la respuesta de Dios. Has dejado a un lado las decepciones y has visto la luz de la verdad. Has aceptado la salvación para ti mismo al llevar el problema a la solución. Y puedes reconocer la solución porque has identificado el problema.

Hoy tienes derecho a la paz. Un problema que ya se ha resuelto no te puede perturbar. Asegúrate únicamente de no olvidarte que todos los problemas son uno solo. Sus múltiples formas no te podrán engañar, mientras te acuerdes de esto. Un solo problema, una sola solución. Acepta la paz que te brinda esta sencilla afirmación.

En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy reivindicaremos la paz que inevitablemente será nuestra una vez que el problema y la solución se hayan reconciliado. El problema tiene que haber desaparecido porque la respuesta de Dios no puede fallar. Al haber reconocido el problema has reconocido la solución. La solución es inherente al problema. Se te ha contestado, y tú has aceptado la respuesta. Te has salvado.

Permite ahora que se te dé la paz que tu aceptación te brinda. Cierra los ojos y recibe tu recompensa. Reconoce que tus problemas se han resuelto. Reconoce que no tienes conflictos, y que estás libre y en paz. Sobre todo, recuerda que tienes un solo problema y que el problema tiene una sola solución. En esto reside la simplicidad de la salvación. Por eso es por lo que su eficacia está garantizada.

Afirma hoy con frecuencia que tus problemas ya se han resuelto. Repite la idea con absoluta convicción tan a menudo como sea posible. Y asegúrate en particular, de aplicar la idea de hoy a cualquier problema concreto que pueda surgir. Di de inmediato:

Permítaseme reconocer que este problema ya se ha resuelto.

Propongámonos no acumular resentimientos hoy. Propongámonos estar libres de problemas que no existen: Para lograr esto sólo se requiere honestidad. No te engañes con respecto a cuál es el problema, y no podrás sino reconocer que se ha resuelto.

Lección 73 UCDM

Lección 73

Mi voluntad es que haya luz.
Hoy vamos a examinar la voluntad que compartes con Dios. Dicha voluntad no es lo mismo que los vanos deseos del ego, de los cuales emanan las tinieblas y la nada. La voluntad que compartes con Dios encierra dentro de sí todo el poder de la creación. Los vanos deseos del ego no se pueden compartir y, por lo tanto, no tienen poder alguno. Sus deseos no son infructuosos en el sentido de que pueden dar lugar a un mundo de ilusiones en el cual puedes llegar a creer ciegamente. Desde el punto de vista de la creación, no obstante, son ciertamente infructuosos, pues no dan lugar a nada que sea real.
Los vanos deseos y los resentimientos son socios o co-fabricantes del mundo tal como lo ves. Los deseos del ego dieron lugar al mundo, y la necesidad del ego de abrigar resentimientos -los cuales son indispensables para sustentar este mundo- lo pueblan de figuras que parecen atacarte y hacer que tus juicios estén “justificados”. Estas figuras se convierten en los intermediarios que el ego emplea en el tráfico de resentimientos. Se interponen entre tu conciencia y la realidad de tus hermanos. Al contemplar dichas figuras, no puedes conocer a tus hermanos ni a tu Ser.
Pierdes conciencia de tu voluntad en esta extraña transacción en la que la culpabilidad se trueca una y otra vez, y los resentimientos aumentan con cada intercambio. ¿Cómo iba a haber podido crear la Voluntad que el Hijo de Dios comparte con su Padre semejante mundo? ¿Acaso creó Dios desastres para Su Hijo? La creación es la Voluntad conjunta de Ambos. ¿Cómo iba Dios a crear un mundo que pudiese destruirlo a Él?
Hoy trataremos una vez más de ponernos en contacto con el mundo que está acorde con tu voluntad. La luz está en él porque no se opone a la Voluntad de Dios. No es el Cielo, pero la luz del Cielo resplandece sobre él. Las tinieblas han desaparecido, al igual que los vanos deseos del ego. Sin embargo, la luz que resplandece sobre dicho mundo es un reflejo de tu voluntad. Por lo tanto, es dentro de ti donde la buscaremos.
Tu imagen del mundo tan sólo puede reflejar lo que está dentro de ti. Ni la fuente de la luz ni la de la oscuridad pueden encontrarse fuera de ti. Tus resentimientos nublan tu mente, y, como consecuencia de ello, contemplas un mundo tenebroso. El perdón despeja las tinieblas, reafirma tu voluntad y te permite contemplar un mundo de luz. Hemos subrayado repetidas veces que es fácil salvar la barrera de los resentimientos, y que ésta no puede interponerse entre tu salvación y tú. La razón es muy simple. ¿Quieres realmente estar en el infierno? ¿Quieres realmente gemir, sufrir y morir?
Olvídate de los argumentos del ego que tratan de probar que todo eso es realmente el Cielo. Tú bien sabes que no lo es. Eso no puede ser lo que tú deseas para ti mismo. Hay un punto más allá del cual las ilusiones no pueden pasar. El sufrimiento no es felicidad, y la felicidad es lo que realmente deseas. Eso es lo que en verdad es tu voluntad. Y por ende, la salvación es asimismo tu voluntad. Tú quieres tener éxito en lo que nos proponemos hacer hoy. Así que lo emprendemos con tu bendición y grata conformidad.
Tendremos éxito hoy si recuerdas que lo que quieres para ti es la salvación. Quieres aceptar el plan de Dios porque eres parte integrante de él. No tienes ninguna voluntad que realmente se pueda oponer a ese plan, ni tampoco es ése tu deseo. La salvación es para ti. Por encima de todo, quieres tener la libertad de recordar quién eres realmente. Hoy es el ego el que se encuentra impotente ante tu voluntad. Tu voluntad es libre, y nada puede prevalecer contra ella.
Abordaremos los ejercicios de hoy, por lo tanto, con entusiasmo y confianza, seguros de que encontraremos lo que es tu voluntad encontrar y de que recordaremos lo que es tu voluntad recordar. Ningún deseo vano puede detenernos ni engañarnos con ilusiones de fuerza. Deja que hoy se haga tu voluntad, y pon fin de una vez por todas a la absurda creencia de que prefieres el infierno al Cielo.
Comenzaremos nuestras sesiones de práctica más largas reconociendo que el plan de Dios para la salvación, y sólo el Suyo, es el que está en completo acuerdo con tu voluntad. No es el propósito de un poder extraño que se te impone en contra de tu voluntad. Es el único propósito aquí con el que tú y tu Padre estáis perfectamente de acuerdo. Triunfarás hoy: la hora señalada para la emancipación del Hijo de Dios del infierno y de todos los deseos vanos. Su voluntad queda ahora reinstaurada en su conciencia. Él está dispuesto hoy mismo a contemplar la luz que mora en él y a salvarse.
Después que te hayas recordado esto a ti mismo y hayas resuelto mantener tu voluntad claramente en tu mente, repite para tus adentros estas palabras con templada determinación y tranquila certeza:
Mi voluntad es que haya luz. Quiero contemplar la luz que refleja la Voluntad de Dios y la mía.
Deja entonces que tu voluntad se afirme a sí misma, unida al poder de Dios y en unión con tu Ser. Pon el resto de la sesión de práctica bajo Su dirección. Únete a Ellos que te señalan el camino.
En las sesiones de práctica más cortas, declara nuevamente lo que realmente deseas. Di:
Mi voluntad es que haya luz. La oscuridad no es mi voluntad.
Debes repetir esto varias veces por hora. Es de suma importancia, no obstante, que apliques esta idea de inmediato si te sientes tentado de abrigar cualquier clase de resentimiento. Esto te ayudará a desprenderte de todos ellos en lugar de seguir abrigándolos y ocultándolos en la oscuridad.

viernes, 13 de marzo de 2015

Lección 72 UCDM

Lección 72

Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación.

Aunque hemos reconocido que el plan del ego para la salvación es el opuesto al de Dios, aún no hemos puesto de relieve que es también un ataque directo contra Su plan y un intento deliberado de destruirlo. En dicho ataque se le adjudican a Dios aquellos atributos que de hecho le corresponden al ego, mientras que el ego parece asumir los de Dios.
El deseo fundamental del ego es suplantar a Dios. De hecho, el ego es la encarnación física de ese deseo. Pues es este deseo lo que parece encerrar a la mente en un cuerpo, manteniéndola sola y separada e incapaz de llegar a otras mentes, excepto a través del mismo cuerpo que fue hecho con el propósito de aprisionarla. Poner límites en la comunicación no es la mejor manera de expandirla. No obstante, el ego quiere hacerte creer que lo es.
Aunque el intento de mantener las limitaciones que un cuerpo impone es obvio aquí, tal vez no sea tan evidente por qué razón abrigar resentimientos constituye un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Examinemos, pues, cuáles son las cosas contra las que tienes la tendencia a abrigar resentimientos. ¿Acaso no están siempre asociadas con algo que un cuerpo hace? Una persona dice algo que no te gusta. O bien hace algo que te desagrada. Dicha persona “delata” sus pensamientos hostiles con su comportamiento.
En este caso no estás tratando con lo que la persona es. Por el contrario, en lo único que te fijas es en lo que esa persona hace en el cuerpo. Y no sólo no la estás ayudando a librarse de las limitaciones de su cuerpo, sino que estás tratando activamente de atarla al cuerpo, al confundirla con éste y juzgar que ella y su cuerpo son una misma cosa. De este modo se ataca a Dios; pues si Su Hijo no es más que un cuerpo, eso es lo que Él debe ser también. Es inconcebible que un creador pueda ser radicalmente distinto de su creación.
Si Dios fuese un cuerpo, ¿cuál sería Su plan para la salvación? ¿Qué otra cosa podría ser sino la muerte? Y al tratar de presentarse a Sí Mismo como el Autor de la vida y no de la muerte, resultaría ser un mentiroso y un impostor, lleno de falsas promesas, que ofrece ilusiones en vez de la verdad. La aparente realidad del cuerpo hace que esta perspectiva de Dios parezca convincente. De hecho, si el cuerpo fuese real, sería imposible no llegar a esta conclusión. Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello. Y afirma que su salvación tiene que ser la muerte, al proyectar este ataque sobre Dios y hacerlo responsable de ello.
A esta arena cuidadosamente preparada, donde animales feroces acechan a sus presas y la clemencia no puede hacer acto de presencia, el ego viene a salvarte. Dios te hizo un cuerpo. Muy bien. Aceptemos esto y alegrémonos. En cuanto que cuerpo, no te prives de nada de lo que el cuerpo te ofrece. Apodérate de lo poco que puedas. Dios no te dio nada. El cuerpo es tu único salvador. Representa la muerte de Dios y tu salvación.
Ésta es la creencia universal del mundo que ves. Hay quienes odian al cuerpo y tratan de lastimarlo y humillarlo. Otros lo veneran y tratan de glorificarlo y exaltarlo. Pero mientras tu cuerpo siga siendo el centro del concepto que tienes de ti mismo, estarás atacando el plan de Dios para la salvación y abrigando resentimientos contra Él y contra Su creación, a fin de no oír la Voz de la verdad y acogerla como Amiga. El que has elegido como tu salvador ocupa Su lugar. Él es tu amigo; Dios, tu enemigo.
Hoy trataremos de poner fin a estos ataques absurdos contra la salvación, y en lugar de ello, trataremos de darle la bienvenida. Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. Te has visto a ti mismo como que estás dentro de un cuerpo y a la verdad como algo que se encuentra fuera de ti, vedada de tu conciencia debido a las limitaciones del cuerpo. Ahora vamos a tratar de ver esto de otra manera.
La luz de la verdad está en nosotros, allí donde Dios la puso. El cuerpo es lo que está fuera de nosotros, y no es lo que nos concierne. Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos. Ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. Y dondequiera que Su plan se acepta, ya se ha consumado.
Nuestro objetivo para las sesiones de práctica más largas de hoy, es hacernos más conscientes de que el plan de Dios para la salvación ya se ha consumado en nosotros. Para lograr este objetivo tenemos que reemplazar el ataque por la aceptación. Mientras sigamos atacando, no podremos entender cuál es el plan de Dios para nosotros. Estaremos, por lo tanto, atacando lo que no reconocemos. Vamos a tratar ahora de suspender todo juicio y de preguntarle a Dios cuál es Su plan para nosotros:
¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para que lo pueda entender.
Luego aguardaremos quedamente Su respuesta. Hemos atacado el plan de Dios para la salvación sin habernos detenido a escuchar en qué consistía. Hemos expresado nuestros resentimientos con gritos tan ensordecedores, que no hemos escuchado Su VOZ. Hemos utilizado nuestros resentimientos para cubrirnos los ojos y para taparnos los oídos.
Ahora queremos ver, oír y aprender. ”¿Qué es la salvación, Padre?” Pregunta y se te contestará. Busca y hallarás. Ya no le estamos preguntando al ego qué es la salvación ni dónde encontrarla. Se lo estamos preguntando a la verdad. Ten por seguro, entonces, que la respuesta será verdad, en virtud de Aquél a Quien se lo estás preguntando.
Cada vez que sientas que tu confianza flaquea y que tu esperanza de triunfo titubea y se extingue, repite tu pregunta y tu petición, recordando que le estás preguntando al infinito Creador de lo infinito, Quien te creó a semejanza de Sí Mismo:
¿Qué es la salvación, Padre? No lo sé. Dímelo, para qué lo pueda entender.
Él te contestará. Resuélvete a escuchar.
Hoy sólo será necesario una o quizás dos sesiones de práctica cortas por hora, ya que serán un poco más largas que de costumbre. Los ejercicios deben comenzar con lo siguiente:
Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación. Permíteme aceptarlo en lugar de atacarlo. ¿Qué es la salvación, Padre?
Luego espera en silencio un minuto más o menos, preferiblemente con los ojos cerrados, y aguarda Su respuesta.